La secuencia es como sigue: los lugares se mantienen espléndidos y fuertes mientras el espíritu del lugar se mantiene espléndido y fuerte.
Cuando el espíritu del lugar se va disolviendo, pasa igual con el lugar. Cuando el Sahara se secó los habitantes del lugar se apresuraron a efectuar rogativas y ofrendas, pero el espíritu se evaporó, entonces los lugareños le prestaron su propio cuerpo a los Espíritus para que se manifiesten, y de este modo conservar el esplendor el lugar.
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